Escribir
Escribir me sirve para de repente volar, estirarme y reducirme. Todo eso junto. Como abrir una puerta mental que ni sabías que existía pero está ahí.
Es la puerta que te va a sacar del laberinto.
Escribir me envicia como si fuera una adicción más. Las ganas de preñar la hoja en blanco y que vaya engendrando todas estas palabras.
Jugar a ser Dios y Diablo.
A veces soy este, sentado en una silla Eames igual a todas las otras sillas Eames que dan vuelta la ciudad. Me pesan los anteojos sobre la nariz.
A veces soy alguien que nunca existió pero existe cuando vos leés.
Vení unite a mí en las palabras.
A veces me canso de todo pero nunca de escribir.
Porque escribir es decir.
Y si no decís, te morís.
Se pudren, adentro, las palabras no dichas, así dicen, yo no sé,
mejor me cayo.
Una vez conocí a alguien, me acuerdo como si fuera hoy. Una anciana sentada, la vereda en la avenida. La gente pasa y nadie mira. Las arrugas en el rostro infinito.
Oh los rostros en arrugas infinitas.
Mi abuela todas las abuelas.
Contaba una historia loca que no entendí.
Me perdí y nunca publiqué esto. Lo voy a publicar ahora.
—
Y así,
Lo Hizo.